No, no fue Leonardo DiCaprio. El hombre de la máscara de hierro existió realmente y, con toda probabilidad, sea el preso más famoso y enigmático de todos los tiempos; quien fue revelado por Voltaire e inspiró a Alejandro Dumas, la identidad del hombre de la máscara de hierro es, aún hoy en día, un completo misterio…
LA HISTORIA:
Voltaire, que vivió entre 1694 y 1778, era un historiador, filosofo, escritor y abogado francés y una de las grandes figuras de la Ilustración. También habló, en una obra de 1752, de la existencia de los dos satélites de Marte un siglo antes de su descubrimiento oficial (1877).
En una de sus obras más famosas, “El Siglo de Luis XIV” (1751), Voltare recoge lo que otros compañeros de prisión le habían contado acerca de un extraño personaje y su máscara cuando el escritor estuvo prisionero en la Bastilla en 1717 después de escribir una sátira contra el Duque de Orleans y su hija. Lo que Voltare nos cuenta acerca de ese extraño reo que viajó de presidio en presidio durante largos años fue:
“Se envió, con máximo secreto, al castillo de la isla de Santa Margarita, en el mar de Provenza, a un prisionero desconocido, de estatura superior a lo común, joven y de la mas bella y fina estampa. Durante el viaje, el prisionero llevaba una mascara cuya mentonera tenía resortes de acero, que le permitían comer con la mascara puesta. Había ordenes de matarlo si se descubría. Permaneció en la isla hasta que un oficial de confianza, llamado Saint-Mars, alcaide de Pignerol, designado alcaide de la Bastilla en el año 1690, fue a buscarlo a la isla Santa Margarita y lo condujo a la Bastilla, siempre enmascarado. El marques de Louvois fue a verlo a la isla antes del traslado. El desconocido fue llevado a la Bastilla, donde se le alojó espléndidamente. No se le negaba nada de lo que pedía. Su mayor gusto era por la ropa de una fineza extraordinaria y por los encajes. Tocaba la guitarra. Se le daba la mejor comida y el alcaide rara vez se sentaba delante de él.”
Esta es la referencia al prisionero que encontramos en la obra del ilustre historiador francés y, según parece, se ajusta a la realidad, ya que la historia del hombre de la máscara de hierro se pierde en una celda de la fortaleza de Pignerol en 1669. En 1665, el mosquero de confianza tanto de Luis XIV como de su ministro Louvois, Benigne de Saint-Mars, es nombrado comandante de dicho castillo situado en el corazón de los Alpes. El 19 de julio 1669, llega a Pignerol una misiva firmada por Louvois en la que se informa a Saint-Mars que, durante el próximo mes, llegaría un nuevo prisionero al castillo. El nombre del reo era Eustache Dauger. A la vez, se le dan instrucciones muy concretas a Saint-Mars. Debía preparar una celda con varias puertas superpuestas para que nadie “pueda escuchar dentro”. Solo recibiría la visita de Saint-Mars una vez al día y solo para pedirle lo que considerase necesario, so pena de asesinarlo si decía cualquier otra cosa mas.
La carta presenta una peculiaridad que resulta bastante enigmática, y es que la letra que corresponde al nombre del prisionero (Eustache Dauger) es distinta a la del resto del texto, lo que ha empujado a muchos historiadores a suponer que el groso del mismo fue escrito por algún empleado al dictado de Louvois y que, sería el propio ministro a posteriori, quien añadiese el nombre, lo que podría indicar que el nombre era una tapadera para ocultar la verdadera identidad del reo.
En la fortaleza de Pignerol, Saint-Mars vigila también a dos importantes presos. Uno de ellos es un antiguo ministro llamado Nicolas Fouquet que había sido puesto en prisión por supuesta malversación de fondos y el otro, el duque de Lauzun, que se había comprometido con la prima de Luis XIV (la duquesa de Montpensier que estaba considerada como “la heredera mas grande de Europa”) sin el consentimiento de este.
Por aquella época, cada preso de cierta importancia poseía, a su servicio, un asistente en su cautiverio. Se tiene constancia de que Dauger fue sirviente de Fouquet cuando el suyo estuvo enfermo. En 1675, Saint-Mars envía una petición formal a Louvois para que Dauger haga las labores de “criado” de Fouquet, ya que en la carta que había sido enviada a Pignerol se hacia explicita referencia a que Dauger solo era un “sirviente de cámara”. Louvois accede a la petición; pero da instrucciones de que Dauger solo puede estar en contacto con Fouquet y con nadie más, ni siquiera con Lauzun al que se prohibió tener contacto o conocimiento alguno de la existencia de Dauger.
Probablemente, tal prohibición se debió a que Fouquet jamas sería puesto en libertad, al contrario que Lauzun; por tanto, si aquel tenía conocimiento y contacto con el misterioso preso, el secreto jamas saldría de las cuatro paredes de la celda de Fouquet.
Sin embargo, cuando Fouquet muere en la soledad de su celda el 23 de marzo de 1680, Saint-Mars descubre un pequeño agujero secreto entre las celdas de este y Lauzun (que estaban una encima de la otra), por lo que es muy probable que Lauzun tuviese conocimiento de la existencia de Dauger y las posibles confidencias entre éste y Fouquet. Lauzun negó categóricamente que por aquel agujero hubiese existido cualquier tipo de comunicación entre él y Fouquet. No obstante, Louvois da instrucciones de que Lauzun ocupe la celda de Fouquet y se le informe que Dauger solo era un sirviente que había sido puesto en libertad. Lauzun fue liberado en 1681.
Saint-Mars deja Pignerol en 1681 y asume la comandancia del fuerte de Exilles. Dos prisioneros le siguen. Uno de ellos es el hombre de la máscara de hierro. Cuando, en 1687, se convierte en el gobernador de la isla de Santa Margarita, frente a Cannes, lleva a uno de los dos hombre consigo (el otro probablemente era La Riviere, que murió en 1687). El cautivo es escondido en un carruaje cerrado, recubierto de moleskín.
El 18 de septiembre de 1698, Saint-Mars es nombrado comandante de la Bastilla. Un prisionero le sigue acompañando. Para ocultar su identidad, Saint-Mars le cubre el rostro con una mácara de terciopelo negro. Conocemos los detalles exactos pues, después de la revolución francesa, todo el edificio que representaba la represión absolutista (la Bastilla) fue destruido y no queda hoy nada de aquella impotente fortaleza. Lo que sí nos han llegado son algunos de los documentos de intendencia del presidio y, en especial, el diario de uno de los carceleros donde se inventariaba cada uno de los movimientos del penal:
“El 18 de septiembre, a las tres de la tarde, el nuevo gobernador de la Bastilla, el señor de Saint-Mars, ha tomado oficialmente el mando de esta prisión. Viene de la isla de Santa Margarita y San Honorato y ha traído con él, en una litera, a un viejo prisionero que ya custodiaba en Pignerol. Siempre lleva una máscara y no me han dicho su nombre, ni siquiera ha sido registrado…”
Finalmente, el 19 de noviembre de 1703, el misterioso prisionero muere en la Bastilla y es enterrado con el nombre de Marchiali en el cementerio de San Pablo de París. El diario del carcelero nos vuelve a dar constancia de ello:
“Lunes 19 de noviembre de 1703: el prisionero que el señor Saint-Mars trajo con él de la isla de Santa Margarita y estuvo aquí largo tiempo, murió a las 10 de la mañana […] el prisionero llevaba siempre una mascara de terciopelo negro”.
Y es que la “máscara de hierro” pudo solo haber sido un mito y el prisionero solo llevaría una máscara de terciopelo negro o, al menos, la máscara de hierro solo la llevaría en contadísimas ocasiones.
Parece imposible, a los ojos de la medicina, que un hombre pueda sobrevivir llevando durante más de 30 años, una mascara de tales características sin quitársela nunca. El interior de dicho antifaz seria cálido, húmedo y graso, lo que proporcionaría las condiciones idóneas para la proliferación de hongos y bacterias. La piel estaría profundamente herida y encarnecida por el rozamiento con el metal, lo que podría provocar que parte de esos microorganismos nocivos entrasen en el torrente sanguíneo y terminasen por provocar la muerte por septicemia. Por lo tanto, la imagen del hombre portando permanentemente una máscara hecha de hierro puede ser, cuanto menos, un mito. Lo que sí parece constatado es que aquel prisionero siempre llevaba el rostro tapado –al menos en publico- bien por una tela de terciopelo o bien por una máscara de hierro.
Con respecto a la identidad de aquel enigmático reo, mucho se ha especulado y las teorías han sido de lo mas variadas y cambiantes a lo largo de los siglos.
LOS CANDIDATOS:
Eustache Dauger:
En la carta que Louvois le envía a Saint-Mars en Pignerol, se refiere al hombre de la máscara como Eustache Dauger… ¿Existió alguien con ese nombre? Parece que sí. Estauche Dauger nació el 30 de agosto de 1637 y fue uno de los hijos de François Dauger, capitán de la guardia de Richelieu.
En abril de 1659, Eustache (que por entonces servía en el ejercito) fue invitado a pasar las fiestas de Pascua en el castillo de Roissy-en-Brie. Allí, supuestamente, se habían llevado a cabo actos turbios y sórdidos entre los invitados, como atacar a un hombre que decía ser el abogado del cardenal Mazarino, llevar a cabo misas negras, fiestas homosexuales o comer cerdo en cuaresma.
Cuando esto se hizo publico se produjo un mayúsculo escándalo entre la sociedad de la época, lo que llevo a apresar a Dauger.
Otros opinan (como el historiador Duvivier) que Dauger no fue puesto en prisión por los hechos del castillo de Roissy-en-Brie sino por el asunto de los venenos que salpicó Francia entre 1677 y 1682.
Una serie de destacados miembros de la aristocracia francesa estuvieron implicados en una trama de envenenamientos y brujería, en el que habían sido asesinados varios miembros de lo mas alto de la sociedad francesa en tramas de herencias y asuntos satánicos. Estuvieron implicados más de 440 acusados y, uno de ellos sería, presuntamente, Dauger.
Durante la investigación se estimó que el proveedor de los venenos sería un cirujano llamado Auger. Según Duvivier, Dauger se habría convertido en Auger al verse desheredado y sin dinero.
De hecho, poco después de la muerte de Fouquet en la cárcel (cuando Dauger le habría servido como asistente), parece que existió una misiva (ahora desaparecida) entre Louvois y Saint-Mars en la que se hacia referencia a unos “medicamentos” lo que podría indicar que todo sería también parte del complot de los venenos para asesinar a Fouquet en la lucha entre Louvois y su rival Colbert por el poder.
Sin embargo, han aparecido pruebas de que Dauger, en realidad, murió en la prisión de Saint-Lazare. Los documentos que se conservan indican que Dauger ya se encontraba preso en Saint-Lazare cuando “le hombre de la máscara de hierro” entra en Pignerol. Existe ademas una carta enviada a Saint-Lazare firmada por Colbert y Luis XIV donde se dan instrucciones de que Dauger no pueda tener contacto por carta con su hermana desde una fecha determinada (se carteaban muy a menudo desde su celda de Saint-Lazare).
Esto hace suponer que Dauger solo fue un nombre falso para esconder la verdadera identidad del preso de la máscara de hierro.
D´Artagnan:
Roger MacDonald, un historiador inglés, defendió la idea de que el hombre de la máscara de hierro escondería la identidad del famoso mosquetero D´Artagnan. Afirmó esto en base a los escritos de Coutilz de Sandras, quien estuvo prisionero en la Bastilla entre 1702 y 1711 y donde habría, supuestamente, coincidido con el hombre de la máscara que le habría revelado ser D´Artagnan. Esto supondría que la figura de D´Artagnan no sería una mera invención de Alejandro Dumas como algunos estiman, sino que –aunque no hubiese sido el hombre de la máscara de hierro- sería una figura real.
En cuanto a esta hipótesis, se presenta ciertamente improbable, ya que no esta demostrado, ni mucho menos, que la figura del mítico mosquetero fuese real, aunque sí encajaría la buena relación que “el hombre de la máscara de hierro” y Fouquet mantenían en prisión, pues ambos “eran” grandes aliados en la corte de Luis XIV. También se presenta cuanto menos extraño que de Sandras haya podido tener contacto y conversaciones regulares con la máscara de hierro, pues era un preso aislado e incomunicado con los demás.
Por otra parte, de haber sido real, D´Artagnan habría muerto en el sitio de Maastricht el 25 de junio de 1673 y enterrado con honores por el propio Luis XIV.
Antonio Mattioli:
La teoría de que detrás de la máscara de hierro se encontraba el rostro de Antonio Mattioli fue una de las teorías favoritas durante el Siglo XIX. Dado que nuestro misterioso personaje fue enterrado bajo el nombre de Marchioli, se consideró como prueba suficiente para atribuirle la personalidad de este diplomático italiano.
Mattioli era ministro, por aquel entonces, de Carlos IV, duque de Mantua. Como marques de Monferrato, Carlos IV poseía la fortaleza de Casale Monferrato.
Luis XIV, guardaba deseos de posesión sobre la misma, y estaba dispuesto a pagar 100.000 coronas por ella. El problema era que después de la ocupación francesa, la venta de la fortaleza acarrearía graves problemas, de tal manera que la transacción debía mantenerse en secreto hasta completarse.
Mattioli, que había negociado con Luis XIV, recibió grandes emolumentos de éste por su cooperación y discreción, pero cuando los franceses estaban a punto de de ocupar el castillo, Mattioli reveló el acuerdo secreto a los gobiernos rivales de Francia (España, Austria, Venecia y Saboya). Luis XIV se vio obligado a cancelar el acuerdo y no se hizo con la fortaleza hasta años más tarde.
Luis XIV consiguió apresar a Mattioli en 1679 y fue encarcelado en Pignerol.
Se ha descartado que Mattioli fuera el hombre de la máscara de hierro. A pesar de el inmenso ultraje al que sometió a Luis XIV, se tiene constancia de que Mattioli falleció en la prisión de Santa Margarita en 1694 y jamas llego a ocupar celda alguna en la Bastilla.
James Scott de Monmouth:
El duque de Monmouth era un hijo ilegitimo de Carlos II de Inglaterra y su amante Lucy Walter.
A la muerte de Carlos II, su hermano Jacobo (Jacobo II) ocupó el puesto de rey de la corona Inglesa. Monmouth, que por aquella época gozaba de gran popularidad en las islas británicas por sus éxitos como comandante, lleva a cabo una revolución, en 1685, en contra de su tío Jacobo autoproclamándose como legitimo heredero al trono de Inglaterra.
Tras una cruenta batalla en Hampshire entre las tropas regulares de Jacobo II y las fieles a Monmouth, éste fue derrotado y hecho prisionero.
Según la historia, Monmouth fue ejecutado en Tower Hill el 15 de julio de 1685; aunque según la leyenda, Jacobo II habría sentido compasión por el que, en definitiva, era su sobrino y sangre de su hermano, por lo que su ejecución habría sido una farsa.
Uno de acontecimientos que ayudó a forjar la leyenda, es un extraño retrato de Monmouth. Al parecer, justo después de ser decapitado, el gobierno se dio cuanta de que no existía ningún retrato del duque en vida, por lo que se exhumó el cadáver, se le cosió de nuevo la cabeza al cuerpo, y se le recostó en un cama de modo que pareciese dormido para realizarle un cuadro.
Sin embargo, sí existían, al menos, dos retratos de Monmouth antes de su muerte y que podemos apreciar actualmente en la National Portrait Gallery de Londres. ¿Qué empujó entonces a pintar tan macabro cuadro? Según la hipótesis de algunos, era la de demostrar la muerte de Monmouth (que en el retrato solo estaría vivo y posando) y lo que en realidad ocurrió, es que fue entregado por Jacobo II a su primo Luis XIV para que lo recluyese en alguna perdida prisión francesa para que nadie, nunca mas, supiese de su rebelde sobrino. Se transformaría entonces en el hombre de la máscara de hierro, condenado a ocultar su identidad de por vida.
Vivien de Bulonde:
En 1890, el historiador militar Louis Gendron descubrió unas cartas codificadas en las que se hablaba de un prisionero llamado Vivien de Bulonde. Según el ministro Louvois, este personaje era un general de los ejércitos franceses que habría ordenado la retirada de sus tropas durante el sitio de Cuneo por las milicias austriacas en 1691.
Luis XIV consideró este gesto como un acto de cobardía y alta traición hacia la corona francesa, por lo que ordenó la puesta en prisión del general. En una de las citadas cartas, Luis XIV da minuciosas instrucciones sobre el cautiverio de Bulonde:
“… que se le conduzca a la fortaleza de Pignerol, donde debe ser cerrado en una celda y custodiado en la noche, y se le permitirá caminar por las almenas durante el día con una mascara puesta”.
Las fechas de las cartas encajarían con las fechas relativas al cautiverio de el hombre de la máscara. Sin embargo, en el Siglo XVII francés, la expresión “avec un masque”, se traduciría como “con una persona enmascarada”. A la vez, tampoco encajaría en la historia el hecho de que la detención y puesta en prisión de Bulonde no fue, ni mucho menos, un secreto y fue publicado en varios periódicos de la época. Además, según las crónicas, Bulonde fue puesto en libertad poco tiempo después. Su muerte también esta registrada en 1709, seis años después de la de nuestro extraño personaje.
Moliere:
Uno de los candidatos mas sorprendentes sobre la identidad de la máscara de hierro fue el de este famoso dramaturgo francés. Bajo esta hipótesis, presentada por el investigador Anatole Loquin, Moliere no habría muerto en escena en febrero de 1673 a los 51 años mientras representaba “El enfermo imaginario”, si no que habría sido encarcelado en secreto por Luis XIV debido a que sus obras no eran del agrado del monarca por mofarse de los asuntos de la corte.
Sin embargo, esta teoría se presenta insostenible, ya que Luis XIV era gran amigo y admirador de Moliere. De hecho, lo nombró director de las diversiones de la corte e, incluso, tuvo el honor de ser el padrino del primer hijo del monarca; y cuando la Iglesia se escandalizó con su obra “Tartufo”, Moliere siempre gozó del apoyo y la protección de Luis XIV. Todo ello hace muy poco creíble que la máscara de hierro fuese Moliere en persona.
El hermano secreto de Luis XIV:
Esta fue la teoría defendida por Voltaire y que más tarde inspiraría a Alejandro Dumas para escribir su novela “El vizconde de Bragelone”. El hombre de la máscara de hierro, sería un hermano ilegitimo de Luis XIV fruto de los supuestos encuentros carnales entre su madre Ana de Austria y el cardenal Mazarino o el conde de Buckingham.
Sin embargo, Dumas pensaba que se trataba de un hermano gemelo secreto de Luis XIV por lo que estaría condenado a ocultar su rostro durante toda su vida.
Esta teoría, muy de moda en el Siglo XVIII parece que no encaja con la posible identidad del misterioso preso de la máscara. Y es que los nacimientos reales eran verdaderos eventos públicos en la Francia del Siglo XVII; la reina siempre estaba rodeada de gente, e incluso después del alumbramiento, había un gran número de personas, sirvientes y médicos con ella. De haber nacido otro niño no podría mantenerse en secreto. La verdad es que parece que la historia nacida de Voltaire sobre el supuesto parentesco entre el prisionero y Luis XIV solo fue un intento de atacar y desprestigiar la figura del monarca Borbón como gobernante absoluto del estado francés.
La conspiración real:
Existe una teoría que defiende la conspiración dentro del seno de la casa real francesa pero que poco o nada tiene que ver con la existencia de un hermano del “Rey Sol”.
Esta teoría defiende que la identidad del hombre de la máscara sería la del padre “real” de Luis XIV, condenado a ocultar su identidad y su secreto.
Es sabido que Luis XIII no tuvo relaciones carnales con su mujer Ana de Austria en los veinte años anteriores al nacimiento de Luis XIV lo que, o convertiría el alumbramiento en un completo milagro, o Ana de Austria bien pudiera haber tenido un amante cuyo fruto fue legitimado como heredero al trono de Francia.
Antes del nacimineto de Luis XIV, el sucesor a ocupar el cargo de rey era el hermano de Luis XIII, Gaston de Orleans. Gaston no gozaba de las simpatías ni del propio Luis XIII ni de por el que entonces era quien llevaba los asuntos de la corona, el Cardenal Richelieu. Esta situación pudo haber forzado al famoso cardenal a buscar un candidato para intimar con la reina, darle un hijo, y así terminar con las aspiraciones de Gaston de Orleans; todo ello bajo el beneplácito de Luis XIII, quien tampoco deseaba ver a su hermano coronado como rey.
Presuntamente, quien había sido elegido para proporcionar un heredero a Francia habría sido el duque de Beaufort.
Beaufort fue un noble muy popular en la época que, supuestamente, moría en Candia en junio de 1669. Según la historia, cayó presa de los turcos, los cuales le apresaron, le asesinaron y lucieron su cabeza por las calles de Estambul a modo de trofeo.
Pero, lo que parece, es que tal vez no haya sido capturado por los turcos, si no detenido secretamente por la guardia francesa por orden del Luis XIV.
Se piensa que, tres años antes, en su lecho de muerte, su madre Ana de Austria habría confesado a Luis XIV quien era su verdadero padre y el secreto real que ella, Richelieu y Luis XIII guardaban. Cuando su madre hubo fallecido, el único superviviente sobre el secreto de la concepción de Luis XIV era el duque de Beaufort. Puede que temiendo el escándalo y futuras luchas por la legitimidad de la sucesión en Francia si el duque decidía desvelar todas los secretos y vergüenzas reales, Luis XIV lo hubiese hecho apresar sirviéndose de la contienda contra el ejercito otomano y lo hubiese confinado de por vida en lugar de asesinarlo. El duque era toda una personalidad en Francia, por lo que lo se habría ocultado bajo una máscara perpetua prohibiéndole hablar fuera de lo puramente necesario.
Esta hipótesis parece poco probable si consideramos la época en la que el hombre de la máscara de hierro actuó como sirviente de Fouquet. Si nos ceñimos a la mentalidad de entonces, era totalmente impensable someter a un descendiente de sangre real a cualquier actividad que rebajase su dignidad. Los miembros de la mas alta alcurnia de la aristocracia podían ser encarcelados o ejecutados, pero jamas se les reduciría a la condición de sirvientes.
Un preso anónimo:
Puede que la leyenda del hombre de la máscara de hierro solo se haya transformado en parte de un mito de la época para desprestigiar el régimen absolutista de los Borbones entre una sociedad que ya ansiaba aires de cambio y libertad. El hombre de la máscara bien puedo ser un preso común, un fantasma perdido entre el sistema gubernamental y penitenciario de la época, donde no era algo excepcional cubrir el rostro de los condenados en publico. Tal vez solo era un prisionero relacionado con el L´affaire des venenos (el asunto de los venenos) que pasó el resto de sus días viajando de penal en penal y de celda en celda.
Lo que si perdura hasta la actualidad es por qué este personaje es encarcelado con tantas precauciones y, si su delito era tan gravoso o peligroso, no fue ejecutado. Queda claro que se le consideró tan sumamente importante (u odiado) que se estimó necesario no solo aislarlo para impedirle revelar lo que fuera que conocía, sino que también se cuido de esconder escrupulosamente su rostro que, quien sabe, tal vez contendría un secreto en si mismo…
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HugoFD
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4 comments
Hugo aprecio mucho tu trabajo, gracias !
Y yo aprecio mucho tu gratitud…. Gracias a ti!!!
Saludos!!!
Excelente aporte, deja mucha tarea.
Buenas tardes.
Qué interesante y enigmática historia.
Son muchas las hipótesis y si algo caracteriza a esa época es el intentar sobrevivir sin perder el prestigio ni el estatus social. El boca a boca distorsiona la realidad…
Me llama la atención la altura del individuo y los rasgos elegantes y hermosos (que no tienen porqué ser afeminados). El terciopelo era un tejido muy apreciado y reservado para la élite, el moleskín es resistente al viento y a la abrasión. Cuántas medidas de seguridad para preservar la salud de un reo… Probablemente tuviera otros dones, capacidades que asustasen a los altos cargos y quién sabe si por superstición no le mataron. Seguramente tendrían miedo de él y de lo que su muerte pudiera atraer, el buen trato en prisión y su custodia no parecen de un reo común…
Un saludo.