¿Existe, dentro del Gran Cañón, un enigmático sistema de túneles que podría ser la evidencia de viajes de los antiguos egipcios a América? ¿Es real esta información u obedece a algún tipo de leyenda urbana?
El 5 de abril de 1.909, la portada del Arizona Gazette informaba sobre una expedición arqueológica al corazón del Gran Cañón y financiada por el Smithsonian Institute que había realizado un gran descubrimiento: el hallazgo de artefactos egipcios. Pero desde aquel día, nunca se publicó nada más acerca de este importante hallazgo. De hecho hoy en día el Gran Cañón recibe aproximadamente cinco millones de visitas al año pero hemos de tener en cuenta que la mayoría de ellos pasan aproximadamente tres horas en el Gran Cañón y siempre alrededor de la milla 89, la zona donde se encuentran la mayoría de las instalaciones turísticas.
Pero exactamente, ¿qué encontró esta expedición de la que nunca nada más se supo? La historia aparecida en aquel periódico hablaba de una red de túneles a cuarenta y dos millas río arriba desde el cañón de Tovar Crystal. En esa red de túneles se habían encontrado objetos antiguos, estatuas e incluso momias que podrían pertenecer a una civilización oriental, para ser exactos a la civilización egipcia. Un descubrimiento de importancia mayor como para haber pasado desapercibido ante el mundo académico. Pero entonces, ¿qué sucedió? Realmente, la única fuente o hilo conductor es el propio artículo publicado en abril de 1.909. Si bien el artículo es anónimo, aporta algunos datos como para comenzar una investigación. Por ejemplo, se afirma que “la expedición fue dirigida por el profesor S. A. Jordan” y en ella participó un tal G. E. Kinkaid.
La historia se vuelve más extraña cuando el Smithsonian Institute afirma que no les consta en sus archivos ningún miembro del club con esos nombres y menos sobre unos supuestos restos de una expedición egipcia al Gran Cañón.
Según el artículo del Arizona Gazette, Kinkaid descendió el río Colorado en un bote y llevando una cámara con la que habría tomado más de setecientas fotos. El señor Kinkaid afirmaba haber encontrado una red de túneles y pasadizos en cuya entrada había una estatua, según palabras del propio Kinkaid: “El ídolo se parece a Buda, aunque los científicos no tienen seguridad sobre qué ídolo religioso representa. Es posible que este culto religioso se parezca al tibetano”. Además, afirmaba que había encontrado un metal de origen desconocido color gris, parecido al platino así como pequeñas cabezas talladas sobre el suelo. Además, había misteriosos jeroglíficos que el Smithsonian Institute esperaba desencriptar. En otra estancia se encontraron momias. Kinkaid dijo que éstas estaban cubiertas con arcilla y que estaban recubiertas de corteza de árbol. Kinkaid utiliza analogías para explicar su descubrimiento. Es el anónimo autor del artículo quien hace la conexión con el antiguo Egipto.
Si esta historia es un fraude, ¿quién lo hizo y por qué? Algunos dicen que el periódico se inventó la historia para vender más ejemplares, pero esta explicación queda descartada cuando no encontramos anuncios dentro del propio periódico anunciando la continuidad de la historia en próximos ejemplares.
Sea lo que fuese, es curioso que en un libro llamado El Antiguo Secreto de la Flor de la Vida, de Drunvalo Melchizedek, (Volumen II, pág. 302) se afirma que dos mochileros que viajaban a través del Gran Cañón encontraron una pirámide excavada en la roca y afirmaron haber visto varias cuevas. Además dijeron que las entradas a las cuevas estaban a unos 800 pies de altura y que ambos treparon esperando encontrar algo importante. Pero vieron que la entrada a la cueva principal estaba cubierta por rocas debido a algún derrumbe. Aseguraron que la entrada a la cueva estaba hecha por la mano del hombre y que había una talla circular de cerca de seis pies de diámetro.
Se da la circunstancia de que en el Gran Cañón existen muchos cerros y colinas con nombres egipcios. Así encontramos en una zona cercana a la milla 94 lugares como el Templo de Isis, la Torre de Set, Torre de Ra, Templo de Horus y también lugares como el Monasterio de Buda, el Templo de Buda o el Templo de Shiva. El origen de esta nomenclatura esotérica es tan misterioso como el propio Cañón del Colorad y ha dado pie a no pocas especulaciones sobre qué debieron encontrar allí los primeros exploradores.
¿Estamos ante otra ocultación deliberada de la historia?
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Marta Ruescas
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1 comment
Gracias Marta, interesantísimo artículo.
Cuando tanto nos ocultan es por algo…