Artículo de Javier Pérez Nieto
Fue en marzo de 2012, cuando un grupo de astrónomos aficionados captaron imágenes de una misteriosa nube que brotaba en el borde del tejo de Marte. Tal fenómeno alcanzó una altura nada despreciable, del orden de entre 200 y 250 kilómetros sobre la superficie. Cuando lo normal es que, dada las particularidades atmosféricas del planeta rojo, los vientos arrastren y eleven el polvo desde la superficie hasta los 50 kilómetros de altura. El evento pudo verse, aunque sólo durante el amanecer marciano, durante diez días consecutivos. Cosa extraña, pues no existe constancia de nada parecido.
Los Científicos de la Universidad del País Vasco y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) resolvieron indagar las tomas, determinando su brillo en diferentes longitudes de onda, comprobando que la nébula poseía cerca de 500 kilómetros de extensión[1].
Este hecho no tiene, por el momento momento, explicación alguna.
Bien pudiera tratarse de una nube, nada convencional, que, de acuerdo con su brillo, estaría formada por capas de cristales de hielo y dióxido de carbono (de unas 0,1 micras de tamaño (una diezmilésima de milímetro),
Sin embargo, refutando esta apreciación, está la caída de temperatura para la formación de cristales de agua a 200 km de altura debería de ser de 50°C (100°C si fueran de dióxido de carbono). Cosa que no está convenida.
En palabras de Agustín Sánchez-Lavega, del Grupo de Ciencias Planetarias de la UPV/EHU, en un comunicado del CSIC:
«Otra posibilidad sería que el penacho fuera producido por aurora, ya que en la región de Cimmeria, donde se registró, existe una intensa anomalía magnética que podría canalizar las partículas cargadas provenientes del exterior y excitar la emisión»
«[…] Sin embargo, esto implicaría una emisión unas 1.000 veces más potente que la de las auroras terrestres, lo que es inviable. Ambas hipótesis, aun siendo las más plausibles, parecen imposibles por cuanto desafían nuestro conocimiento actual de la atmósfera marciana»
Pese a todo, Miguel Ángel López Valverde, del Instituto de Astrofísica de Andalucía, hace notar que si se confirma que este tipo de actividad es frecuente en Marte, «sin duda tendrían gran importancia, más allá de los aspectos teóricos». Ya que una de las consecuencias inmediatas sería revisar las órbitas de las misiones espaciales y la posible exposición a eventos de este tipo, «porque es justo a esa altura donde se realizan las delicadas maniobras de aerofrenado de los satélites artificiales en órbita alrededor de Marte, con el consiguiente riesgo para cualquier misión planetaria».
El archivo de imágenes tomadas por el telescopio espacial Hubble, registra fotografías de mayo de 1997, en las que se observa la presencia de un accidente semejante en las latitudes ecuatoriales del planeta. En este caso, no se puede determinar su altura con precisión, pero sí medir con más detalle su reflectividad, a la hora de ahondar en su naturaleza.
Como ya le digo este fenómeno, de momento, no ha podido ser explicado por los científicos. Un grupo de investigadores analiza ahora las características de esta nube atípica, cuya presencia a una distancia insólita de la superficie de Marte, podría interferir en las maniobras de aerofrenado de los satélites.
La existencia de este penacho, junto de las implicaciones de este descubrimiento, desafían los conocimientos actuales sobre la atmósfera marciana.
[1] Nature.
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3 comments
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Muchas Gracias por el artículo, JPN.
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Hola.
Yo estoy de acuerdo con lo que comentas..pero debes de saber que hay pruebas mas que de sobra ….que en Marte nos ocultan la verdad…
Ya no es que sea conspiranoico…es que las pruebas están ahi…
No se que ganas,no viendo la realidad…solo miras lo que dice la nada y demás lacayos…
Un saludo
¿Hemos leído el mismo artículo? Por que lo que yo lei es que un hecho que para los científicos las razones para darse son mas raras que el hecho en si y por ende se encuentran en una situación delicada a día de hoy para razonar ese fenómeno registrado.